sábado, 5 de diciembre de 2009

El enigma universal de Roberto Bolaño


Nuevas obras explotan el éxito planetario del autor chileno, muerto en 2003

A Roberto Bolaño no le cambió el éxito. No le llegó a tiempo. Cuando murió, a los 50 años, víctima de una cirrosis hepática, el 15 de julio de 2003, tenía una decena de obras de culto, que le permitían, todo lo más, vivir con holgura de la literatura. Ahora, seis años después de su muerte, su nombre de escritor está en boca de todos. Se reeditan sus libros, se le dedican ensayos y artículos, se adaptan sus novelas para el teatro, se estudian como guiones de posibles filmes. Es el éxito con mayúsculas. Un vendaval que lo ha trastocado todo, aunque a su principal responsable no puede ya afectarle.

Lo que saboreó antes de morir, apreciado por la crítica, consagrado, incluso, como el mejor escritor latinoamericano de su generación, fue una celebridad a escala humana, por decirlo así. Su novela Los detectives salvajes, tejida con los mimbres de su experiencia juvenil en México, había sido la clave de ese ascenso, a partir de 1998, que se tradujo en dos premios importantes, el Herralde y el Rómulo Gallegos. Eso le proporcionó muchos más lectores y una cuenta bancaria saneada, después de una década de penuria económica, y mil oficios de sudaca que diría él.
El éxito con mayúsculas, su inscripción en una liga superior de autores, en la que sólo caben nombres como el de Gabriel García Márquez o Jorge Luis Borges, entre los latinoamericanos, le llegaría con una obra póstuma, 2666. O, mejor dicho, con su edición norteamericana, que llegó a las librerías el año pasado. Una obra monumental, la más ambiciosa y compleja, según los críticos, que le ha abierto las puertas de la celebridad.

Su traductora, Natasha Wimmer, tardó años en verterla al inglés. Preguntada por la dificultad del lenguaje de Bolaño, crecido en México, Wimmer, respondía al magazine del New York Times: �Vivió veintitantos años en España, y se aprecia muy bien la influencia del español castellano, al menos tanto como la del español de México�.

Novela del año para la revista Time, ponderada por la archifamosa Oprah Winfrey, 2666 ha sido elegida mejor libro de ficción por el prestigioso Círculo Nacional de Críticos Literarios de Estados Unidos.

Juan Villoro escribe en el prefacio de un libro de entrevistas sobre el autor, publicado en Chile: �Como tantos grandes, Roberto Bolaño corre el albur de convertirse en mito pop�. De lo que no hay duda es de que es un fenómeno literario generador de millones de dólares. Una mina de oro susceptible de ser explotada. Porque si el éxito no pudo cambiar a Bolaño, ha cambiado al menos el mundo que rodeó al escritor, nacido el 28 de abril de 1953 en Santiago de Chile, y afincado en España a partir de 1977.

Su legado literario, en manos de su viuda, Carolina López, ha pasado a ser gestionado por el todopoderoso Andrew Wylie, el agente más famoso, y más temido, del panorama literario mundial. Wylie está inventariando el archivo del escritor, en busca de nuevas joyas. De momento, se ha anunciado ya la publicación de un libro, El Tercer Reich, y se habla de otras dos nuevas, Diorama y Los sinsabores del verdadero policía o Asesinos de Sonora.

Su albacea oficioso, el crítico Ignacio Echevarría, amigo íntimo de Bolaño, cree, sin embargo, que las obras en papel, el material que está siendo examinado ahora por la viuda del escritor y por Wylie, �es una parte arqueológica� de su obra. �Nada de lo nuevo que se publique va a sumar al escritor que es ya�, dice. Obviamente, no opina lo mismo su viuda, que vive todavía en Blanes, con los dos hijos de la pareja, Lautaro, de 18 años, y Alexandra, de 8. López declina, amablemente, hablar con este periódico. En un correo electrónico explica que necesita preservar la intimidad de sus hijos. No quiere entrar en cuestiones personales. ¿A quién puede importarle que antes de morir Bolaño la pareja estuviera prácticamente separada? Y, sin embargo, interesa. La revista chilena Quépasa dedicó recientemente un reportaje a la �compañera final� del escritor, la catalana Carmen Pérez de Vega.

La vida y la obra de Bolaño apasionan a un público cada vez más amplio, a medida que su obra escala en la lista de superventas. Y sus novelas son fuente de nueva inspiración. El Teatro Lliure presentó el año pasado una versión dramatizada de 2666. Y se habla de una posible adaptación al cine. 2666, un relato dividido en cinco partes, donde se mezcla el humor con la fantasía desbordante, y el inventario pormenorizado de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, contiene todos los ingredientes necesarios para interesar al séptimo arte. Si Los detectives salvajes �cambió el paradigma del escritor latinoamericano�, según Echevarría, 2666, la novela del mal, ha provocado una verdadera deflagración en la sociedad lectora estadounidense.
Jorge Herralde, director y fundador de Anagrama, la editorial que ha publicado sistemáticamente la obra de Bolaño a partir de 1996, se explica el éxito del autor por un conjunto de factores. �Susan Sontag descubrió Estrella distante, editada por New Direction, en 2004, y no cesó de alabarla. Sontag era una entusiasta de la literatura y una propiciadora de grandes triunfos�, dice el editor. �Ahí empezó la onda Bolaño, que con Los detectives... dio un salto enorme, porque fue designada novela del año, y con 2666 llegó al máximo, a la apoteosis, editada por Farrar, Straus & Giroux. La fuerza, la profundidad de Bolaño, su prosa adictiva, y su �mordaz examen del mal�, según la crítica estadounidense, �han hecho el resto�. La fascinación de Bolaño por la relación entre crimen y arte, su interés por la investigación detectivesca, su curiosidad de forense ante el horror y el mal, ha llevado a los críticos a compararle con Cormac McCarthy.

Pero si ese era el Bolaño escritor, el Bolaño real, nieto de gallego, era, en cambio, una persona tímida, que creía en la bondad del buen escritor. Apasionado lector, devorador de cine y de programas de televisión �siempre mejor la tele que un best seller, solía decir �, cultivador de un cierto talante rebelde. En más de una entrevista, Bolaño recomendaba a sus lectores jóvenes que robaran los libros, sin más.

Sobre sus años en México, adonde la familia se trasladó desde Chile, cuando él apenas tenía 15 años, creó casi una leyenda. Los elementos más vívidos de aquella etapa, han quedado atrapados en Los detectives salvajes, una novela por la que deambula el autor, convertido en Arturo Belano, y su amigo Mario Santiago, transmutado en Ulises Lima. Bolaño reconoció siempre una deuda profunda con México, donde sintió la llamada de la escritura, y se hizo poeta.
Bruno Montané Krebs lo conoció en ese país, en 1974, y se hicieron amigos. Montané aparece en Detectives, convertido en Felipe Müller. �En la obra de Roberto no habrá más de un 30% de material real, el resto es pura invención. Conviene tenerlo en cuenta�, dice el poeta chileno, afincado en Barcelona. �A Roberto lo frecuenté en Barcelona. Cuando se trasladó a Blanes [a comienzos de los años ochenta], ya nos veíamos menos. Pero hablábamos mucho por teléfono. Roberto era excelente conversador por teléfono, sobre todo cuando llamaba él�.

Herralde y Echevarría le recuerdan como un tipo con gran sentido del humor, muy divertido. Trabajaba en un estudio bastante modesto, en Blanes, en la Costa Brava. En horario nocturno. Con un paquete de cigarrillos a mano e ingiriendo litros de infusiones con miel, �porque no podía beber otra cosa�. A Bolaño le inspiraba la música, pero nada de autores clásicos. Solía escuchar rock duro a través de los auriculares.

Roberto Bolaño pertenecía a una generación que creció esperanzada con la revolución cubana y como chileno, vio un horizonte de cambio en el Gobierno de Salvador Allende. En 1973 atravesó América, de México a Santiago, en autobús y en autoestop, mochila al hombro, para contribuir con su granito de arena a aquella revolución pacífica. Pero en Santiago le pilló el golpe de Pinochet y fue detenido. Un encuentro con dos viejos compañeros de estudios convertidos en policías le permitió ser liberado ocho días después. Y regresar a México en avión. Allí reemprendió su carrera y fundó el infrarrealismo. Un experimento de rebeldía literaria, inspirado en el dadaísmo, radicalmente contrario a los grandes escritores institucionales, a los santones del régimen. �Detestábamos a Octavio Paz�, declaraba Bolaño en una entrevista a la televisión chilena, en 1999, �pero es un gran poeta, y un ensayista de los más lúcidos�.
Aquella etapa le sirvió a Bolaño para construir su propio mito. �La mayor parte de lo que cuenta es verdad, aunque no está claro cuánto tiempo estuvo detenido en Chile�, corrobora Montané. Después de todo, Bolaño adoraba a Borges, un maestro de la recreación inventada. Había leído dos veces toda su obra, y casi todos los libros publicados sobre él. Pero distinguía los trucos y las trampas en su personalidad. Adoraba el malditismo de poetas adolescentes como Rimbaud y Lautreamont, pero tenía claro que eran vidas extremas que no quería para su hijo.

De la fauna literaria no tenía buena opinión. �La escritura es un oficio poblado de canallas y de tontos, que no se dan cuenta de lo efímero que es�, declara en la misma entrevista de la televisión chilena, realizada en su primer viaje a la patria, tras 25 años de ausencia.
Fue una ocasión perfecta para opinar de todo, especialmente de literatura, y de autores chilenos. Bolaño, que admiraba a Nicanor Parra, fue bastante duro con sus compatriotas. Se despachó a gusto contra algunos de los más destacados. Ya lo había hecho con los autores del famoso boom y, sobre todo, con la larga secuela de los que transitaron esos caminos trillados con enorme fortuna. Sus declaraciones despreciativas no fueron pasadas por alto. �Es curioso que salvo Jorge Edwards y, mucho más tarde, Vargas Llosa, ninguno de los autores del boom haya dicho una palabra de Bolaño�, comenta Herralde.

Enrique Vila-Matas, que frecuentó al chileno a partir de 1995, dice que se dio cuenta de la grandeza de Bolaño, �cuando leí Estrella distante y Los detectives salvajes. Junto a Jorge Edwards, presenté este último libro en Barcelona, en 1999, y allí ya expuse por escrito mi percepción de estar ante un genio de la literatura�. Por eso no oculta su extrañeza ante otro fenómeno ligado al autor chileno. �Siempre me ha llamado la atención el poco interés que ha despertado Bolaño entre una gran parte de los escritores españoles. Es una indiferencia que hay que encuadrarla dentro de esa falta de interés que sienten normalmente los escritores españoles hacia sus propios colegas, y más aún si son latinoamericanos�.

Puede ser. Tampoco Roberto Bolaño se anduvo con muchas diplomacias. Criticó a muchos autores consagrados sin importarle lo más mínimo hacerse enemigos. ¿Qué pensaría ahora de esta consagración global? ¿Cómo juzgaría las nuevas obras que tiene en cartera su agente norteamericano? Seguramente con satisfacción, pensando al fin y al cabo en la seguridad económica de sus hijos.

LOLA GALÁN - Madrid - 22/03/2009, El País

ROBERTO TOTAL:

MONOGRAFICO SOBRE ROBERTO:

martes, 1 de diciembre de 2009

Cómo escribir una novela a la manera casi clásica

Escribimos porque sentimos esa necesidad de contar y contarnos. Tenemos historias e instinto para contarlas, y poner lo mejor de nosotros en ello, lo más personal. Pero hay un largo camino para adquirir la técnica narrativa y la sabiduría para gestar una novela. Esto es una combinación de instinto natural y sobre todo, de muchísima práctica y oficio. Un poco de inspiración y mucho, mucho de transpiración.

Es un viejo consejo: antes de escribir una novela, escribe cuentos, muchos cuentos. El relato es la cantera ideal para entrenarse y descubrir las posibilidades y combinaciones de una historia.

Cuando seas capaz de escribir un libro de relatos, estarás más preparado para el largo recorrido de una novela. A veces, el origen de una novela es un cuento que te pide más.

CLAVES PARA ESCRIBIR UNA NOVELA A LA MANERA CLÁSICA

Unidad argumental

Una novela es una constelación de historias entrelazadas, un microcosmos de personajes definidos. Pero una novela bien armada debe tener una historia principal, un hilo conductor, porque si todas las tramas tienen la misma importancia, entonces no tenemos una novela; tenemos una macedonia.Primero hay que conocer la técnica para contar historias con una estructura. Y después, cuando dominas la técnica, puedes deshacerte de ella.

Trama y estructura

Una novela a la manera clásica es una novela que tiene estructura argumental, un planteamiento, un desarrollo o nudo y un desenlace o final, en el que hay una trama principal con uno o varios protagonistas que buscan un fin, y el lector va siguiendo su peripecia en esta lucha por conseguir su fin. Digamos que en todo momento, el lector sabe en qué punto se encuentra de esta trama, y desea saber qué va a pasar a continuación.

La idea germinal

La primera gran decisión es la idea motriz, el germen: qué queremos contar. Una buena novela debe contener, al menos, una idea indemne. En el trabajo previo a escribir, debemos tener claro cuál es esa idea que queremos reflejar. Una idea motriz puede ser, por ejemplo: cómo una sociedad provinciana puede aniquilar el alma libre de unamujer casada. Esto podría ser la sinopsis de La Regenta, y también la de Madame Bovary.

Idea(sinopsis), conflicto y estudio de los personajesAntes de ponernos a escribir el primer capítulo, tenemos que hacer nuestros esquemas, sinopsis y estudios. Estos papeles preliminares son como los pilares de la catedral. En ellos descansa todo el peso de la estructura.

Lo primero es la idea germinal. El concepto profundo. Condensa el núcleo de la historia. Esta idea recoge el conflicto del personaje principal.

Por este orden:

1º desarrollamos la idea; qué queremos contar y por qué.

2º el conflicto: qué hace padecer, qué mueve las emociones.

3º la psicología de los personajes.

4º El enfoque / punto de vista.

Caracterizar

La RAE define caracterizar como “determinar los atributos peculiares de una persona de modo que claramente se distinga de las demás”.

Una cosa es que sean reconocibles, y otra que sean estereotipados.

Hay que evitar también planteamientos maniqueos, como buenos y malos, listos y tontos, etc.

Tienen que ser consistentes, incluso si su rasgo principal es ser veleidoso o impredecible. Para eso hay que conocer cómo sienten y cómo piensan, y cómo actúan.

Consistentes pero no rígidos ni predecibles. Y con un punto de ambigüedad, porque nadie es sólo de una forma, no existe el rasgo puro.

Deben evolucionar

En toda buena historia que se precie, los personajes modifican sus esquemas, su actitud ante el mundo, a resultas del choque con la realidad. A menudo, la dirección de este cambio nos ayuda a encontrar el final.

El enfoque

El enfoque es el punto de vista, el ángulo especial por el que vas a atacar.

Es el prisma a través del cual miramos lo que hace parecer que el mundo sea diferente.

El objetivo

A la hora de construir la trama, tenemos que tener muy claro el objetivo de los personajes principales.

Hemos desarrollado en unos pocos folios la trama principal, que es el hilo conductor de la historia. Es como una sinopsis un poco más larga.

Aquí tenemos que aclarar el objetivo del protagonista: qué necesita, cuál es el objetivo de su lucha. ¿Busca el amor, chico busca chica, chica busca chico…? ¿Busca dinero, para ser rico, para salir de la pobreza? ¿Busca sexo, diversión? ¿Busca conocimiento? ¿Busca justicia? ¿Busca venganza? ¿Justicia? ¿Restaurar un orden que ha perdido? En fin, hay miles de motivaciones, pero sobre todo hay que conseguir hacer creer lo importante que es para el protagonista conseguir lo que busca. Para él tiene que ser una cuestión casi de vida o muerte.

Eso es el objetivo del protagonista.

Los obstáculos

El protagonista (sea uno o varios) quiere conseguir algo, y no lo tiene fácil. Si fuera fácil, no habría novela. En la vida sabemos que nada es fácil. Para cada meta hay un montón de dificultades.

Aliados y antagonistas

Entre los obstáculos pueden contarse enemigos: antagonistas. En un relato clásico, hay personajes que ponen a prueba al protagonista. También hay otros que lo ayudan a conseguir su meta.

Personajes secundarios

Ninguna novela gravita sobre un solo personaje. A cada uno hay que darle una función, una forma de ser, de hablar, algún objetivo, y sopesar cómo actúa esta fuerza en el vector principal de la historia, como contribuye u obstaculiza la acción de los demás personajes.

Evolución y subtexto

En una novela, todo se mueve en alguna dirección. Los personajes buscan, luchan, arriesgan algo. Avanzan. Averiguan. Todo esto influye en ellos, les va cambiando los esquemas. Uno de los mayores retos de una novela es reflejar sutilmente esta evolución. Cómo le va afectando el mundo que le rodea, o su propia peripecia. La evolución puede ser positiva o negativa; en cualquier caso, en el signo de esta evolución está la lectura que queremos dar a nuestro relato.

Esta evolución no hay que escribirla en letra gorda, sino que tiene que ser como el subtexto.

El subtexto es lo que contamos sin contarlo. Es lo que se advierte entre líneas, es la tinta invisible. El subtexto hay que reservarlo precisamente para lo más importante.

El final

El final de una novela es un verdadero quebradero de cabeza. Es la parte más difícil y delicada. En el final se decide la suerte del lance. Sea abierto o cerrado, se resuelva o no la crisis del personaje, o su objetivo, debe contener alguna conclusión implícita o explícita, o la podemos deducir.

En un final a la manera clásica, todas las tramas convergen y llegan al clímax. Es un punto de máxima intensidad, donde se decide todo, y el círculo se cierra. Esta es sólo una de las muchas maneras de entender el final. En todo caso, como mínimo podemos decir que el final debe ser un momento, si no vibrante, al menos, emotivo.

Correciones

Pero en una primera escritura, a veces es mejor no pararse a corregir una y otra vez lo mismo, sino seguir adelante, para no quedarse bloqueado. Hay que llegar hasta el final. Tienes ya una primera versión, que estilísticamente puede ser chapucera, pero al menos ya está escrita.

La segunda fase es la de corregir y reescribir. Es bueno dejar descansar un tiempo la novela para releerla con ojos frescos, y entonces nos ponemos manos a la obra para darle la segunda atacada.

Para mí, corregir consiste la mayoría de las veces en podar. La concisión es una gran virtud narrativa. No digas con dos frases lo que puedes decir en una. No lo expliques todo. Deja huecos para que el lector lo complete. La elipsis es una de las técnicas más elegantes, pues supone confiar en la perspicacia e inteligencia del lector.

NOTA: El presente artículo es un resumen de una charla efectuada a jóvenes escritores noveles. Para leer toda la conferencia, pulsar aquí.

Ignacio García-Valiño (Zaragoza,1968). Además de su trabajo litarario destaca por escribir guiones cinematográficos. Entre sus obras destacan el libro de relatos La caja de música y otros cuentos, las novelas La irresistible nariz de Verónica, Urías y el rey David, La caricia del escorpión, Querido Caín. Su última novela ha sido El corazón de la materia.

lunes, 30 de noviembre de 2009

El Proust de Manhattan

La literatura norteamericana de este siglo es pródiga en leyendas de escritores secretos: quizá Salinger y Pynchon se disputen el honor de ocupar el primer puesto del ranking, seguidos bien de cerca por Bernard Traven y por el inmenso Henry Roth. Otra de las leyendas es la que protagonizó Harold Brodkey, quien a raíz de la apabullante y contundente calidad y maestría de su prosa ha recibido el mote de "el Proust de Mannhattan", que en 1954 publicó un libro de relatos, Primer amor y otros pesares y cosechó los más encendidos elogios de una crítica que buscaba al gran narrador norteamericano por todos los rincones.

De aquel primer libro, un maestro del relato breve como John Cheever llegó a decir que Brodkey le hacía sentir en cada página que se encontraba ante un clásico. Sin sentirse presionado por el éxito de sus narraciones -se llegó a escribir que Brodkey era la estrella de su generación disputándole el puesto al mismísimo Salinger- Brodkey se dedicó a escribir una novela, la gran novela. Se lo tomó con la calma que su ambición y la ambición de la empresa exigían: dribló así durante mucho tiempo todas las expectativas, pues Brodkey se demoró durante décadas, pues sólo en 1991 se editó el resultado de tanta ambición: El alma fugitiva.

Pocos años antes, en el 88, ofreció un suculento aperitivo reuniendo relatos escritos durante tres décadas en Relatos a la manera casi clásica (el libro suyo en el que creo están las mejores piezas que escribió). El alma fugitiva es un minucioso tour de force, una novela que se sale de madre, que es un descarnado intento de comprensión del misterio de existir a la vez que un examen detalladísimo de unos tiempos en los que existir no parece tener ningún misterio. La búsqueda del amor, de ese Santo Grial laico, mueve al héroe de El alma fugitiva Wiley Silenowicz que, combinando lirismo y épica de lo cotidiano, va construyendo en el mundo feo en el que ha de vivir un mundo más limpio, más puro, más terrible también.

Por supuesto la lectura de esa novela no podía dejar indiferente a nadie, y Brodkey fue confirmado como uno de los grandes, confirmación que tuvo su reválida en su segunda novela, Amistad profana, una historia de amor en Venecia, menos arriesgada que El alma fugitiva pero sin duda más encantadora; más limitada y menos incómoda. Amistad profana se publicó en el año 94, y para entonces Brodkey ya sabía que tenía sida.

En los dos últimos años de su vida -si bien su vida había terminado cuando se le diagnosticó la enfermedad porque en ese mismo instante, como el propio Brodkey asegura, comenzó su muerte- Harold Brodkey se dedicó a padecer dolores y a hacer examen de lo que fue su vida. La editorial Anagrama, que ha publicado todos los libros mencionados hasta aquí, publica ahora la crónica escrita por Brodkey puesto ya un pie en el estribo, se titula Esta salvaje oscuridad, se subtitula La historia de mi muerte, y es una de las confesiones más intensas, hermosas y decentes que uno haya leído nunca.

Por supuesto uno advierte enseguida que la procesión -y la profesión- va por dentro, que el moribundo que trata de quitarle importancia a lo que le pasa -pues lo que le pasa no es nada, o sea, lo que le pasa es la nada a la que se asoma- para tratar de animar a su compañera y de, por favor, eso nunca, compadecerse de sí mismo, no son sino gestos de quien se ve obligado a echarle valor para representar un papel terrible.

En estas páginas respira el miedo, se nos contagia, nos asomamos al abismo gracias a una prosa portentosa, a una serie de reflexiones que no se ponen armadura ni parapeto para defenderse de la verdad, la terrible verdad. Así Brodkey repasa su vida y vuelve al presente, a su situación angustiosa, a su debilidad, y trenza recuerdos y medita acerca de la muerte y de la enfermedad, y esboza unas memorias de infancia (una infancia difícil, una adolescencia complicada, abusos sexuales de un padrastro, huidas hacia delante, terrores que lo hicieron ingresar en el infierno pero que también lo convirtieron en un escritor profundo) para concentrar toda su experiencia y los fantasmas que han generado en este puñado de páginas verdaderas, dañinas, monumentales.

Hay un motor evidente en este libro: la sinceridad. De acuerdo en que la sinceridad por sí sola no puede constituir un valor literario, pero cuando se apoya en el talento y la valentía de alguien como Brodkey no hay arma que se la pueda comparar. El resultado es un testimonio inolvidable que no puede leerse sin un nudo en la garganta. Y es que la historia de la muerte de Brodkey es un libro en el que milagrosamente late con fuerza la vida y no deja de ser un inmenso canto de amor al inexplicable milagro de haber vivido.

Juan Bonilla, El Mundo

Libros y Literatura:
http://www.libros-literatura.com/inicio/index.php?option=com_content&task=view&id=88&Itemid=46

El recuerdo fugitivo:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-2459-2007-03-04.html

Historia de una reputación:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/subnotas/2459-279-2007-03-04.html

El fin de la memoria:
http://www.clarin.com/suplementos/cultura/2001/06/24/u-01001.htm

martes, 15 de septiembre de 2009

He's like the wind


El ícono del cine en una particular perspectiva del escultor Alex Queral, esculpiendo la imagen de la conocida estrella de Hollywood sobre una guía telefónica. Dirty Patrick. R. I. P.

miércoles, 19 de agosto de 2009

2666: Un orgasmo literario

Hace tres diás y, una calurosa tarde de Agosto, me decidí a coger de la estantería de la biblioteca de la ciudad donde vivo una novela enorme (me refiero, en este momento, a su volumen físico) editada por Anagrama, de un escritor chileno al cual le vengo siguiendo los pasos hace meses, y cuyo título en forma de cifra me hace evocar el Apocalipsis.

Había leído un par de reseñas de 2666, había visto un par de recomendaciones en la revista que regalan en El Corte Inglés, recomendaciones de famosos del momento que se ven sometidos al típico interrogatorio de libro-película-cd, etcétera. Pero lo que acabó de convencerme para que la agarrara y la leyera fue la contraposición que hacía un tal Vila-Matas (que después supe mejor quién era) entre la obra de Bolaño y la Rayuela de Cortázar. Es decir, tomé el libro para saber quién era ese escritorzuelo que, según Vila-Matas, había dado un carpetazo definitivo a mi Biblia. Es decir, mi ánimo contra el libro no podía ser peor. Varias horas después ya era un incondicional de Roberto Bolaño.

2666 supone un orgasmo literario para mí. A través de la lectura, he entendido que la alusión a Cortázar y Rayuela no es más que mero marketing, pues ni Bolaño pretendía oponerse a Cortázar ni 2666 tiene que situarse frente a Rayuela. Son dos grandes obras, dos impresionantes milagros.
Las 1.119 páginas que componen la novela de Bolaño son un auténtico alegato a favor de la literatura y de la vida, o de la vida y de la literatura, porque para él, como se encargó de demostrar a través de toda su obra, son las dos caras de una misma moneda: el escritor.

Dividida en cinco partes (la Parte de los críticos, la Parte de Amalfitano, la Parte de Fate, la Parte de los crímenes y la Parte de Archimboldi), la novela presenta un sumo protagonista común: la violencia. Queramos o no, seguimos muy cerca de ese animal que fuimos, que seguimos siendo, y que sólo con la provocación de un taxista paquistaní sale a la superficie de nuestro ser, aunque seamos dos reputados filólogos, dos intelectuales.

Cada una de las partes presenta una forma de narrar distinta, un tono diferente. Se pueden leer por separado (el crítico Ignacio Echevarría explica en una nota final que el propósito de Bolaño antes de morir era editarla así, para que su venta fuera más sencilla), pero juntas, con ese inquietante título en forma de cifra, forman un conjunto impresionante, espeluznante; porque además, si se lee como un todo, se pueden descubrir múltiples permeabilidades que le dan sentido y unidad al conjunto.

Maestro a la hora de crear personajes, contumaz contador de historias, 2666 hace un repaso por la historia del siglo XX a través de un personaje, el escritor Hans Reiter, quien utiliza el pseudónimo de Benno von Archimboldi, y a través de una ciudad, Santa Teresa, trasunto de la mexicana ciudad fronteriza de Ciudad Juárez, famosa por los crímenes de mujeres que año tras año, desde principios de los noventa, se vienen cometiendo allí y que siguen, en su gran mayoría, sin resolverse.

Pero hay más, hay mucho más encerrado en cada uno de los párrafos de esta obra, párrafos que como peces-globo se hinchan para cargarse de significados, y que con sus afiladas púas señalan, no sólo al resto de la obra del chileno, sino al resto de la literatura que se ha escrito, esa literatura que tanto amaba y que tan bien conocía, sin necesidad de haber asistido a una prestigiosa universidad, porque su universidad fueron sus ojos, y sus aulas las páginas de las grandes obras (y de las que no lo eran también) que tanto placer le otorgaron.

Murió Bolaño, nació su leyenda. 2666 supuso su colofón póstumo, su último regalo a los hombres (me niego a catalogar El secreto del mal como algo más que un conjunto de borradores). Les invito a adentrarse en un universo peligroso, fascinante, conmovedor. Corren el peligro de no querer volver, pero el viaje merece la pena. Se los aseguro.

Raúl Rubio Millares

domingo, 9 de agosto de 2009

Bolaño salvaje

A pesar del boom comercial de las últimas décadas, la literatura latinoamericana está aún lejos de alcanzar pleno desarrollo y madurez y, muy seguramente, ya no los alcanzará nunca porque la globalización está acabando con las fronteras y con las identidades culturales que crecían al resguardo de esas mismas fronteras. Pero si hay un libro donde se puede decir que la literatura latinoamericana ha alcanzado la adultez y se ha integrado por completo a la historia de la literatura universal, ese libro se llama Los detectives salvajes. Como toda obra maestra, Los detectives salvajes es heredera y al mismo tiempo se aleja de la tradición que la precede; en el libro se da por superada la obsesión de la literatura anterior por fundar el imaginario mítico del continente y se entra en un territorio plenamente humano donde el tema central es la soledad, o sea, la incapacidad de amar y el exilio tanto interior como exterior que está soledad genera.

Escrita también sin el afán de producir vanguardias estéticas, la novela recrea los viajes y las peripecias de dos poetas sin rumbo y, más que narrar una época, cuenta cómo los personajes intentan evadir los tiempos que les tocó vivir. Ha pasado la efervescencia de las revoluciones y no queda más que darse por vencido, acomodarse o irse al exilio. Los personajes de la novela, románticos incorregibles, intentan el exilio para terminar dándose cuenta de que lo único que han conseguido con tanta huida es acomodarse. Armado mediante una infinidad de primeras personas y también mediante innumerables escenarios, historias y personajes, el libro recrea unos seres perdidos en la geografía del planeta, perdidos en sus ilusiones insatisfechas y, sobre todo, perdidos en un mundo donde ya no hay certezas y donde ya sólo se puede vivir de recuerdos falseados y de ilusiones siempre a punto de desaparecer.

Sin embargo, a pesar de ese halo desencantado y triste, no hay libro más vital y divertido que Los detectives salvajes. Cada una de sus páginas rebosa un humor negro y una ansiedad por vivir que hacen imposible alejarse de la lectura. Tal vez, porque perdida la utopía, sólo quedan los pequeños detalles, los diálogos entrecortados, las miradas perdidas en busca de un abrazo o los polvos echados más por consuelo que por amor. Las peripecias de los personajes, muy lejos ya de la realidad mágica de Carpentier y García Márquez o de la angustia histórica o social de Vargas Llosa, son adictivas y si algo espera el lector es que esos centenares de personajes sigan hablando, sigan contándole historias: historias íntimas así sucedan en la calle, historias donde cada uno es dueño de su propia desgracia y aun así sigue buscando un poco de compañía en los otros.

Leer Los detectives salvajes es esencial porque más que mostrar el fracaso económico, político y social de América Latina, sirve para ver las consecuencias humanas de este resonante fracaso. Los detectives es un libro absoluto y desgarrador, un libro escrito contra la mediocridad no sólo del continente, sino contra la mediocridad de sus escritores; una novela llena de poesía y talento que aunque nos enfrenta a nuestros vicios, consigue darnos aliento y alegría para seguir soñando. Con Los detectives salvajes, Roberto Bolaño dejó atrás las palabras demagógicas con las que se suele escribir la mayoría de literatura en estas tierras y puso sobre la mesa un lenguaje menos pretencioso, pero más vital y cotidiano. Nos enseñó que a pesar del servilismo y la propensión a la traición que ha sido y sigue siendo la peor epidemia padecida en la América hispana, hay siempre un pequeño reducto de rebeldía por el que se pueden colar las historias y los personajes con los que necesitamos tropezar a diario para mantener vivos un poco de amor, un poco de fe y un poco de esperanza.

Sergio Álvarez
Escritor colombiano, autor de La lectora

sábado, 27 de junio de 2009

Michael Jackson: Un hombre natural


Michael Jackson



martes, 16 de junio de 2009

El día más largo en un libro


El mundo celebra un nuevo Bloomsday.
Como cada 16 de junio, miles de irlandeses, turistas y curiosos de todo el mundo saldrán a las calles de Dublín para rendir su particular homenaje al más complejo escritor del mundo, James Joyce, que situó justamente en ese día de 1922 la trama y desarrollo de su novela Ulysses. La celebración llega ya a más de 60 países y el “Bloomsday” se ha convertido en una rara combinación de historia, literatura y turismo.
Este día, que Joyce eligió porque el 16 de junio de 1904 tuvo su primera cita con Nora Barnacle, la que años después sería su mujer y madre de sus hijos, se seguirán los ritos que página tras página Leopold Bloom vive en la novela: comenzar el día con un baño en la playa de Forty Foot y visitar la Martello Tower, donde comienza la novela, hoy convertida en uno de los varios museos dedicados a Joyce, tomar un borgoña y un sandwich de Gorgonzola en el pub Davy Byrne en Duke Street, tal y como hizo Bloom o tomar una pinta en Ormond Quay. Claro que el tiempo transcurrido desde la Irlanda de principios de siglo hasta la actualidad hace imposible seguir una ruta exacta a la planteada en el Ulises. Por ejemplo, uno de los lugares emblemáticos del personaje de Bloom, su propia casa, en el 7 de Eccles Street de Dublín, ya no existe. De otras zonas de la ciudad, como el distrito rojo o “Nighttown“, sólo queda un leve recuerdo.
También ese día, y algunos antes o después porque las fiestas duran hasta una semana, muchos se vestirán como lo hacían los personajes de Ulises a principios de siglo y participarán en los festejos que tienen lugar en torno al Bloomsday.
En todo caso este rendido homenaje, único en el mundo, que Dublín rinde a su escritor más emblemático, es bastante insólito y en todo caso se trata de un amor no correspondido. Joyce acabó odiando Irlanda en general y Dublín en particular, de hecho vivió gran parte de su vida fuera de ella e incluso no quiso ser enterrado en la capital irlandesa. Por la otra parte, los irlandeses guardaron, hasta no hace tanto tiempo, bastantes reticencias hacia Joyce. De hecho sus obras llegaron a estar prohibidas durante años en la “isla esmeralda”, cuando el escritor era un símbolo de Irlanda en el resto del mundo. El autor fue calificado de pornógrafo y su colega y compatriota Virginia Woolf dijo que nunca había leído tal basura. Alguien dijo que es la obra menos leída y de la que más se habla y sigue considerándose una de las obras maestras de la literatura inglesa.
http://www.bibliotecajoyce.netfirms.com/index.htm

http://www.escueladeletras.com/actualidadliteraria/index.php

http://es.wikipedia.org/wiki/James_Joyce


http://www.laregion.es/noticia/94177/ourense/rutas/literarias/esmorga/blanco/amor/dubl%C3%ADn/ulises/james/joyce/

Céline: el hombre enfadado


En sí misma, toda idea es neutra o debería serlo; pero el hombre la anima, proyecta en ella sus llamas y sus demencias; impura, transformada en creencia, se inserta en el tiempo, adopta figura de suceso: el paso de la lógica a la epilepsia se ha consumado... Así nacen las ideologías, las doctrinas y las farsas sangrientas. E.M. Cioran

Leía Viaje al fin de la noche , y pregunté a mi madre: - Mamá, dime qué le debieron de hacer a este hombre. Dime por qué está tan enfadado.

Tuve respuestas inmediatamente. Para empezar Céline, en realidad Louis Ferdinand Destouches, fue en su más tierna juventud enviado al frente de la primera guerra mundial. Oficialmente hacía falta defender a la patria. ¿Acaso no es éste suficiente motivo como para escribir una de las más feroces sátiras contra la civilización occidental? ¿Es injustificado desentenderse del mundo cuando éste se ha convertido en una estafa universal, en algo así como una trampa a gran escala? ¿Cómo no hubiera podido enfadarse ante semejante espectáculo?

Norte es el último volumen que nuestro autor perpetró en vida, dos años antes de morir. Aunque su contenido pueda engañarnos, se trata de parte de sus memorias en el exilio. Para ser más precisos, la obra reúne lo que recuerda del período final de la Segunda Guerra Mundial, ni más ni menos que a cien kilómetros de Berlín cuando una vez fue destruida por completo. La pregunta es qué hacía él allí en esos momentos, en un albergue para refugiados alemanes. Y la respuesta es sencilla: no hacía nada, pero allí estaba porque era collabo, es decir, francés colaboracionista: nazi.

¿Niega Céline alguna vez las acusaciones de que fue objeto? En absoluto. Sí nos ofrece sus reflexiones, nunca alegaciones. Su pensamiento crítico, sus opiniones son el motor de Norte, que es un relato caótico, mucho más nervioso en cuanto a prosa que su primera novela, mucho más cáustico y desorganizado, como nos confiesa continuamente:

"...¿que no hay el menor orden en mi relato?...¡ya os orientaréis!...¿ni pies ni cabeza?...¡maldita sea! [...] ¡mala suerte! El libro entero está en Gallimard, ¡y qué poco les importa también a ésos!... ¡recuerdos y memorias!... ¡sólo las vacaciones los despiertan!"

Este desorden estructural impulsa a muchos a afirmar que su autor llegó a perder los papeles. Es una definición exacta. Ahora bien, debió perderlos premeditadamente. La reflexión sobre este desorden, la afirmación de que el escritor puede y debe ordenar su material como le plazca, como se lo vaya proporcionando su propia memoria, constituye uno de los numerosísimos motivos que se repiten cíclicamente.

Otros leit-motivs muy frecuentes son los que tienen que ver con la destrucción del mundo. La bomba H, la de fusión nuclear de hidrógeno, mucho más potente que las de fisión (las de Hiroshima y Nagasaki) no es más que el símbolo de a lo que conducirán los excesos de la guerra fría. Uno no puede pensar sin estremecerse que dos años después se produjera la denominada crisis de los misiles...

Otro motivo gira en torno a los chinos. Los chinos son en Céline la garantía de que una turba multitudinaria y furibunda barrerá el mundo occidental. La chusma acabará con todo, la célebre frase de Nietzsche, es citada nada menos que tres veces a lo largo de todo el libro. Ésta no deja de ser una concepción finalista, en que la historia se encamina hacia su propia e inevitable destrucción. Que todo un pueblo como el chino se una bajo un solo credo, el comunista, y se disponga a uniformizar el mundo es equivalente a que la chusma acabe con todo. Claro que todas estas concepciones apocalípticas no son más que literatura. Céline era suficientemente diletante como para dejarse llevar por las palabras, como para no tener que creer siempre lo que dijera, como cualquier cínico o dandy. Como Cioran o el Marqués de Sade.

¿Qué entenderé por dejarse llevar por las palabras? Utilizarlas como un auténtico proyectil fonético, como una carga de profundidad que se intalase en el cerebro receptor. Utilizar los términos negro, alemán, francés, ruso, enfermo, lisiado como adjetivos despectivos forma parte de una estrategia para convertir el léxico en una suerte de ametralladora. Céline pretende arremeter contra el relato lineal. La sintaxis, el vocabulario, la disposición de los acontecimientos, todos los elementos de su prosa sirven para expresar la crispación, el estado de tensión que está viviendo el escritor en el momento mismo de generar su enunciado. Palabras obscenas (retrete, zurullo, ano, orgía, reventar...), insultos, figuras retóricas de contenido macabro o el humor negro son otros de los elementos con que maltrata al lector, zarandeándolo, y provocando en él mil reacciones que van del más tonificante de los entusiasmos al más profundo de los rechazos.

Por todo esto, Norte es un libro que nació con todo en contra, pensado para ser rechazado, odiado: un libro incómodo, asombrosa y extrañamente divertido, o por lo menos insólito.

No cabe duda de que Céline era racista, como tantos otros médicos de su tiempo, que fue expulsado de Francia gracias en buena parte a sus libelos antisemitas. Eso no significa que actuara contra unas razas en concreto para afirmar la propia. Lo mismo aplico para Nietzsche: si se detesta a todo el mundo, ¿se puede no ser racista? Los argumentos de Céline no son nunca defensivos: él cree que nunca cometió nada punible. Nunca actuó en detrimento de nadie porque nunca tuvo ideología alguna. Nunca olvidemos que tenemos delante a un desvergonzado, a un dandy. Todos los esfuerzos de Norte van encaminados a demostrar lo siguiente: el mundo está dividido en ricos y pobres. Los ricos mueven por hilos a sus pobres para que se asesinen mutuamente en los campos de batalla por ideologías que sólo a ellos, los poderosos, interesan. Todos los soldados, por lo tanto, luchan estafados. La obra de Céline, un hombre de escasos recursos económicos, puede entenderse como un frontal ataque, como una monumental boutade contra la alienación. Éste es el pensamiento sociológico de Céline, por el que se acerca momentáneamente a una postura marxista.

En cuanto toda simpatía y posibilidad de identificación con cualquier patria, credo o moral ha desaparecido, una persona no siente ya necesidad de ser amable, de guardar apariencia alguna. Puede mostrar todo su desprecio. Se ha exiliado voluntariamente, por lo que no puede ser expulsado. Ya no pertenece a ningún sistema de convenciones éticopolíticas:

"Visto desde la otra orilla, no está nada mal... ya no tienes que charlar, perder el tiempo para mostrarte amable, el estatuto de paria tiene su lado bueno... cuando veo a De Gaulle en casa de Adenau... Adolf y Philippe [Pétain] en Montoire... Carlos Quinto visitando a Isabel... ¡todo zalemas, carmín, polvos, para nada!... el "intocable" ya no tiene que maquillarse, un poco más de mierda, y se acabó, de arriba abajo, ¡lo único que le piden!"

Por descontado, Céline odia al comunismo como odia también a todas las otras religiones y credos. Como Nietzsche y Cioran, los pensadores que constituyen nuestras referencias (Cioran, como tantísimos otros, vivía en París y publicaba en Gallimard. Es posible que él y Céline se leyeran mutuamente. En cualquier caso sostienen posturas similares). Todo argumento teleológico que, como la salvación o la revolución, diera sentido a la historia y a la vida humana, es inadmisible por lo que tiene de uniformizador de personalidades, por lo que tiene de igualitario. El dandy quiere mirar siempre por encima, con toda su voluntad de poderío, frente a la vulgaridad de la mayoría engañada. Tanto Céline como Cioran son muy refractarios a la figura de Jean-Paul Sartre, principal impulsor de la literatura comprometida con los problemas y necesidades de la sociedad. Cioran llega a decir de él que es un hombrecito de vida e ideas patéticas. Céline, ante las acusaciones que Sartre lanza contra él, dice que es él el loco, el que se compromete para salvar lo condenado al egoísmo. El hombre es demasiado perverso como para ser defendido. Si toda la humanidad es malvada, ¿cómo iban a poder no serlo ellos?

"El gran cansancio de la existencia no es más, tal vez, que el enorme trabajo que nos tomamos para ser razonables durante veinte, cuarenta años y más, para no ser simple y profundamente uno mismo, es decir: inmundo, atroz y absurdo. Una pesadilla, tener que presentar desde la mañana hasta la noche un superhombre, como un pequeño ideal universal, al subhombre claudicante que se nos ha dado."

Esta absoluta ausencia de apuntalamiento ideológico nos conduce a una nueva concepción de la solidaridad y la convivencia. Sólo un escéptico podrá ser solidario con todos los demás. No hay credo o religión posible que simpatice con cualquier manifestación de la vida, porque ésta incluye inevitablemente acciones violentas, guerreras, o simplemente no estipuladas por ningún libro sagrado o ético. Sólo para el desvergonzado, el criminal sin crimen, que ladra y no muerde, tiene sentido algo así como la solidaridad universal, destinada a todos y cada uno de los seres del mundo por igual, sin distinción alguna.

Curiosamente, habiendo publicado decenas de escritos en que defendía el suicidio, Cioran confiesa en una entrevista haber ayudado a muchos a superar sus problemas. Suicidas de todo el mundo le confiaban sus situaciones, pidiéndole consejo. Cioran se solidarizaba con ellos, incluso los invitaba a pasear y los convencía de que lo libertador era cansarse de pensar en la muerte, agotar ese tema, tenerlo ya por habitual y rutinario, y dedicarse a otras cosas... De la misma forma, Céline no hace otra cosa que curar enfermos, sean del bando que sean, aunque le hayan perjudicado. Es comprensivo con todos, desde el pobre nazi decadente que intuye ya que va a ser aniquilado hasta el francés prisionero que lo delata y lo odia, al cual regala tabaco y víveres. Por eso, aunque aparentemente sus libros parezcan una condena absoluta, están muy lejos de serlo. Céline salva a muchos de sus personajes, reales o no, y eso le convierte en una personalidad verdaderamente singular...¡es un hombre capaz de bondad, de verdadera y arbitraria bondad !

Entre los personajes que salva encontraríamos a su mujer, a su amigo el actor alelado, a su gato, a todo aquél que tuviera suficiente pereza como para no asesinar, a todo cobarde, traidor o humorista. En definitiva, la desesperación, la incapacidad, la impotencia y la inactividad son los factores que interesan a Bardamu y al propio Céline. Toda carnicería es perpetrada por el héroe, el fanático o el mártir, por el idealista. El ser normal, el lúcido, será siempre perseguido por el disparatado, por el febril, por quien se empeña en demostrar sus tesis, sus fortalezas, seguridades e infalibilidades.

Lo que sorprende es que alguien así cayera en las redes precisamente del nazismo. Esto no es extraño, sino más bien habitual en la época (caso D'Annunzio, caso Ezra Pound), y podría explicarse por una cuestión de supervivencia, y por otra de cansancio. Expliquémonos...¿Fue Céline nazi de veras? ¿Tuvo ambiciones imperialistas, ansias de que los judíos desapareciesen y de que los arios reinasen sobre los europeos? No lo parece en absoluto. Lo que es más plausible es que no tuviera adónde ir cuando la Resistencia se lo robó todo y lo amenazó de muerte, o incluso que se cansara de ser acusado, que no soportara el ambiente circundante y se entregara a la primera doctrina potente que encontró. Cioran es quien mejor ha descrito este tipo de procesos, en los que el intelectual fatigado se deja caer en las garras del totalitarismo:
"El intelectual fatigado resume las deformidades y los vicios de un mundo a la deriva. No actúa, padece; si se vuelve hacia la idea de tolerancia, no encuentra en ella el excitante que necesitaría. Sólo el terror se lo proporciona, lo mismo que las doctrinas de las que éste es consecuencia. ¿Qué es su primera víctima? No se quejará. Sólo le seduce la fuerza que le tritura. Querer ser libre es querer ser uno mismo; pero él está harto de ser él mismo, de caminar en lo incierto, de errabundear a través de las verdades. "Ponedme las cadenas de la ilusión" suspira, mientras se despide de las peregrinaciones del Conocimiento. De este modo se arrojará de cabeza en cualquier mitología que le garantice la protección y la paz de un yugo"

Céline, consciente de quién está perdiendo la guerra, tiene miedo de relacionarse con lo que llama supernazis, nazis de verdad, que son las únicas personas que pueden protegerlo de una muerte cierta e inmediata. A la vez, relacionarse con oficiales de las S.S. es garantía de ser fusilado a medio plazo. A Céline le costó la cárcel. Por eso podríamos hablar de nazismo circunstancial, medio forzado. Porque la alternativa era la muerte.

Pero hay otro motivo por el que entró en ese círculo que iba engulléndolo (esa consciencia de ir siendo tragado como por una corriente perniciosa e inexorable constituye otra constante que, página tras página, a medida que el responsable de su protección es un hombre cada vez más comprometido con el poder del Reich). Pudo haber sido su nazismo un último intento de no caer en la terrible polarización manipulada que sacudía Europa, de no volver a formar parte de la guerra, de evitar sus consecuencias para uno mismo. Este motivo es ni más ni menos que... el anarquismo. El anarquismo entendido como la libertad de someterse a un yugo en cuanto se desee, de esclavizarse a uno mismo a voluntad :

"¿cuántas cartas de insultos recibo al día? Siete u ocho...¿y cartas de admiración inmensa?... casi otras tantas... ¿acaso he pedido algo? ¡de ningún modo! ¡nunca!... anarquista soy, he sido, sigo siendo, ¡y me traen sin cuidado las opiniones!"

Céline es racista porque lo es todo el mundo. Mejor: porque para él no se puede ser de otra manera. Es más, y aquí parte de su propia experiencia en África, todos los hombres de todas las razas son racistas respecto a los demás. Céline es malvado como lo es todo el mundo, aunque en momentos de polarización social o internacional haya siempre un bando que se apodere del lenguaje de la bondad, la santidad y la fraternidad para disimular, disfrazar, ser hipócrita. Por eso se pasa al bando contrario: no es más malvado que el anterior, y además aún no lo ha estafado como hizo el francés. Por otra parte, no debía sentir precisamente aprecio por el nazismo y los nazis, como demuestran estas palabras:
"...no era un tipo antipático... pero tampoco muy comunicativo... daba la impresión de que le iba el rollo... sería el primer nazi que se pareciera a lo que debían ser, tercos, bien gilipollas...

"¡los alemanes me la chupan! Si no te impones, ¡estás jodido!"

Esta maldad del ser humano lleva a Céline y a su mujer a apreciar más la vida animal que la humana, porque la destrucción es inocente en el animal, y en cambio el hombre es doblemente culpable porque podría evitarla, escoger entre el bien y el mal. Su condición consciente lo convierte en un auténtico malvado:
"No tenía el gran ideal humano, yo. Creo que habría sentido más pena por un perro en trance de morir que por Robinson, porque un perro no tiene maldad, mientras Robinson, de todos modos, era un poco malo. También yo era malo, éramos malos..."

Frecuentemente, Céline esperpentiza a la Humanidad mediante léxico fisiobiológico. Es lo que podríamos llamar visión biológica del cosmos . El hecho de que fuera médico ayuda al autor a construir paralelismos y enumeraciones verdaderamente inhabituales:
"... en realidad, en cualquier lugar y en cualquier época, paz, calma chicha, guerras, convulsiones, vaginas, estómagos, vergas, jetas, ¡que ya no sabes qué hacer con ellos! ¡a espuertas!... pero, ¿los corazones?... ¡infinitamente raros! Desde hace quinientos millones de años, la tira de vergas, tubos gástricos, pero, ¿los corazones?... ¡se pueden contar con los dedos!"

Otra pregunta que se plantea el autor es por qué es tan perseguido. Qué mal puede causar al mundo un anciano cojo (él mismo), una mujer bailarina (Lili, su esposa), una vieja gloria del cine medio enloquecida (su íntimo amigo Le Vigan) y su gato Bébert (perseguido hasta por el Tercer Reich). En el fondo, Céline no es más que un cronista más o menos célebre. Dice Cioran que los únicos hombres inofensivos sólo pueden ser los vagos, los diletantes y los estetas, porque son los únicos que no dicen nada, que de verdad se abstienen de participar en la epilepsia universal, en los choques de intereses e ideologías. El inactivo no puede hacer daño a nadie. Entonces, ¿por qué todo el mundo los persigue, sean del bando que sean?, se pregunta. Porque nadie perdona la abstención. La sociedad es intransigente con el don Nadie, y le obliga a tomar apellidos, oficio, y a asumir responsabilidades y actividad. Toda ideología necesita adeptos y enemigos para funcionar, para ser práctica y operativa. El comunismo se inventó adeptos. La Inquisición y el nazismo, enemigos. Por eso se acaba reclamando el silencio, y es placentera la nada de senectud:
"...pero tenía la impresión clarísima de que todo aquello estaba tramado, preparado, y de que yo era el payaso... ahora comprendo, si tuviese que volver a hacerlo, no lo haría, ¡todas aquellas penalidades!...¡a hacer puñetas todo!... la impresión que me darían, nazis, resistentes, amas de casa, apicultor, guarda jurado, tagarotes y lisiados, ¡a tomar por culo!... sonrisas y muecas, vencedores y vencidos, ¡la misma marmita!... lo único que necesitas al final de la vida, no volverlos a ver, no hablar ya de nada, ya lo sabes todo... derecho, revés, cabeza, ano... todo el trabajo, más de la cuenta, que te has tomado..."

Para Céline la humanidad es abyecta, no existe nadie libre de culpa. Demostrar eso, que la maldad está presente en todas partes, es el motor de su primera novela. Mostrar cómo se manifiesta el egoísmo en África, en América, en París, entre burgueses, entre soldados, obreros, borrachos, enfermeras, prostitutas, nobles, ancianos, niños. ¿Qué es la noche para Céline? La vida misma, es decir, la guerra. Llegar a su fin es un acto de sinceridad, de desnudez. Todo aquél que se despoja de sus amables vestiduras, revela lo que hay en él de inadmisible. Por lo tanto, los nazis fueron los más sinceros de todos, al mostrar a cara descubierta todo el horror que eran capaces de provocar en el mundo. Viajar al fin de la noche es no extraviarse del camino de la soledad y la maldad: no intentar nada para alejarse del abismo, no maquillar la pesadilla. El nazismo fue para Céline el fin de su propia noche, fue su estación final, definitiva.

por: Andreu Navarra Ordoño
Otro magnífico artículo sobre Céline:

lunes, 8 de junio de 2009

El verdadero retrato de Shakespeare


Descubierto el que podría ser el único retrato de Shakespeare en vida
La imagen, oculta durante siglos, pretende cerrar el debate sobre la imagen real del bardo inglés

El descubrimiento de un nuevo retrato de William Shakespeare que podría ser el único realizado en vida al dramaturgo inglés pretende cerrar, al menos de momento, el debate sobre su imagen real. El profesor Stanley Wells, quien fuera director del Instituto Shakespeare, aseguró hoy estar "convencido" de que este es el único retrato que se le hizo a Shakespeare en vida y que el resto de los conocidos hasta el momento son únicamente copias.

La imagen del escritor inglés más importante de todos los tiempos, presentada hoy en Londres, ha permanecido durante siglos oculta entre los cuadros que posee la familia Cobbe. Fue uno de sus miembros, Alec Cobbe, quien al visitar una exposición sobre Shakespeare organizada en 2006 por la Galería Nacional de Retratos, de Londres, se dio cuenta de que en su colección había uno muy similar al exhibido en este museo.

En esa muestra, los organizadores ya reconocían que la identidad de la persona que aparece en el cuadro que exponían -conocido como el retrato "Chandos" y que actualmente está en la biblioteca Folger- no estaba probada y que no existía la certeza de fuera un retrato hecho en vida a Shakespeare.

Pruebas de rayos X e infrarrojos

El profesor Wells justificó su confianza en que el retrato que posee la familia Cobbe sea por fin la imagen real del escritor inglés por el resultado de las pruebas científicas a las que ha sido sometido el cuadro, y que en su opinión demuestran que los otros tres retratos conocidos hasta el momento son meras copias. Concretamente, existen dos retratos de Shakespeare en las colecciones privadas de Folger y FitzGerald, mientras que un tercero conocido como el de Ellenborough se perdió en el año 1947. El cuadro de los Cobbe pasó por un examen con rayos-X, otro con infrarojos y un tercero centrado en la antigüedad de la madera utilizada por el retratista para conocer la fecha en que fue pintado.

De estos estudios se extrae la conclusión de que el retrato fue realizado en 1610, cuando el genial escritor inglés tenía 46 años, sólo seis antes de su muerte. Del pintor nada se sabe, aunque el conservador de la Colección Cobbe, Mark Broch, explicó que es posible "que el pintor pusiera su nombre en el marco, pero éste ha desaparecido". El retrato presentado hoy muestra un Shakespeare con perilla, sin pendiente en la oreja izquierda -adorno que sí aparece en otros retratos-, y con una larga nariz, todo ello en un fondo azul sobre el que están inscritas en la parte superior las palabras Principium amicitias.

El hecho de que esta imagen se hiciera en vida de Shakespeare -como parecen demostrar los exámenes realizados- hace que sea "más cercana a la realidad" que la del grabado Droeshout, publicado en 1623 y que hasta ahora había sido la que tradicionalmente se ha trasladado del autor, según explicaron hoy los expertos. Este cuadro formará parte de una exposición que estará abierta al público desde el 23 de abril hasta el 4 de septiembre de este año, cuando se cumplen 400 años de la publicación de los Sonetos del escritor inglés.

Sonetos sin destinatario

Sobre los sonetos, Mark Broch indicó hoy que se ha especulado mucho tiempo sobre quién era el destinatario de esos textos y sobre si Shakespeare mantenía una relación sentimental con esa persona -ya fuera hombre o mujer-, aunque por el momento "es imposible decir nada sobre el carácter sexual de esa relación". Este debate se debe a que en la primera parte de su serie de sonetos se hace referencia a "un joven" mientras que después se habla de una misteriosa dama negra, lo que sumado al contenido sexual que tienen estos textos suscitan las dudas acerca de la orientación sexual del escritor inglés.

Por otro lado, también hoy se ha confirmado que debajo de lo que hoy es un almacén abandonado de Shoreditch se encuentran los restos del primer teatro de Londres, construido en 1576 por James Burgage y donde Shakespeare escribió y participó en la representación de su obra más Conocida, Romeo y Julieta.

martes, 2 de junio de 2009

El extraño caso de Stieg Larsson


Larsson idealizó el personaje de Blomkvist y la propia revista donde trabajaba en su trilogía narrativa Su conocimiento sobre grupos de ultraderecha era tal que fue llamado a reuniones con Scotland Yard

Los copos de nieve empiezan a estrellarse contra el parabrisas, a pesar de que estamos en pleno mes de mayo. Mientras nos adentramos en la región sueca de Nörrland, un territorio agreste, casi virgen, repasamos mentalmente los datos que tenemos acerca del escritor Stieg Larsson, cuya sombra hemos venido a seguir hasta aquí, a esa Suecia profunda donde las aldeas tienen treinta, o veinte, o dieciséis habitantes, todos mayores de 60 años, y de vez en cuando aparece un alce muerto en la cuneta.

El caso parece extraído de la ficción: Larsson (Västerbotten, 1954- Estocolmo, 2004) era un periodista idealista y comprometido, un experto en la extrema derecha sueca. Desde veinteañero decía a sus amigos que, un día, sería escritor de novela negra. Pasaron los años, y tras devorar como lector a los clásicos del género (en especial, a las damas del crimen), al cumplir 47 se dijo: "Ya está. Mi momento de escritor ha llegado".

Y, cada noche, al acabar su jornada en la revista Expo, fundada y dirigida por él, cuando llegaba a casa, se ponía a escribir Millennium, una trilogía protagonizada por dos investigadores, el periodista Mikael Blomkvist y la hacker Lisbeth Salander.

Escribió velozmente los tres libros –nueve meses cada uno, más de 1.500 páginas en total–: Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire. Los entregó a una editorial y, a los pocos días, murió de un inesperado ataque al corazón. No pudo ver cómo sus novelas –que la semana que viene llegan a España– se convertían en un fenómeno global, con ya seis millones y medio de ejemplares vendidos, gracias a su electrizante trama.

Un detalle escalofriante: en la tercera obra, uno de los personajes muere exactamente de la misma forma en que lo hizo Larsson (los amantes de las conspiraciones ya se habrán dado cuenta de que Milenio –aquí, una sola ene– es el título de la novela póstuma de Vázquez Montalbán).

Perseguimos al fantasma de Stieg Larsson por Estocolmo y por las mismas carreteras árticas que transitan sus personajes, en un Volvo conducido por su padre, el viejo sindicalista Erland Larsson, que lleva un pin con la rosa socialdemócrata en la solapa. Erland era tan pobre cuando tuvo a Stieg –"ni techo ni trabajo"– que lo envió a vivir a casa de los abuelos en el campo, donde estuvo hasta cumplir ocho años. "Allí fue feliz, y de hecho esa casa de madera roja de su infancia –que ahora le enseñaré– es la que en la novela habita Blomkvist cuando va a la isla a investigar, es todo igual". Allí, con media hora de luz en invierno y temperaturas de 40 grados bajo cero, pasó el pequeño Larsson su infancia.


La vida del viejo Erland no ha sido fácil. Cuando, hace cuatro años, falleció su hijo Stieg, "me quería morir", admite. Su esposa –la madre de Stieg– ya había muerto en 1992 de cáncer y, por si fuera poco, el año pasado la misma enfermedad se llevó a la esposa de su otro hijo, Joakim.

Erland y Joakim viven en Umeä, ciudad mediana, universitaria, rodeada de bosques, con aeropuerto, una gran fábrica de coches y varias de celulosa. "Cuando vinimos aquí –dice el señor Larsson– todo eran vacas pastando, y ahora fábricas y almacenes."

A un lado y otro de la carretera, durante el trayecto, máquinas quitanieve, serradoras, camiones cargados de troncos, y carteles con nombres tan exóticos como Tavelsjo, Bodarna, Vindeln, Ytterssön, Astrask o Kalvtrask. El conductor evoca: "Yo le decía: 'Stieg, tú tienes talento, tienes que hacer algo que dé dinero', porque siempre estaba con sus proyectos utópicos. Y, mire, lo hizo... al final".

Nos preguntamos por qué murió Stieg de un infarto, cuando anteriormente no había tenido ningún problema cardiaco. Para su padre, está claro: "El exceso de trabajo, sumado a que, en su última etapa, se alimentaba básicamente de fast food, como un personaje de su segundo libro".

En Estocolmo, al día siguiente, visitamos a Daniel Poohl, el joven periodista que ha sustituido a Larsson en la dirección de la revista cuatrimestral Expo, "un proyecto en el que los periodistas trabajan gratis, para poder contar cosas que no tienen cabida en los grandes medios". Poohl ayudó a Larsson en sus trabajos sobre los nacionaldemócratas, el partido ultra: "Sí, me infiltré en sus filas durante un par de meses", cuenta ante una taza de café en la redacción.

–¿Stieg se parecía mucho al personaje de Blomkvist?

–Tal vez en las ideas acerca del periodismo. Pero no en lo demás: Blomkvist es un héroe, guapo, rodeado siempre de mujeres. Creo que ningún hombre real es de esa forma, para ser honesto, y Stieg tampoco. Nosotros, en Expo, no tenemos medios para hacer ese tipo de periodismo de investigación sobre los delitos económicos de las grandes corporaciones, Millennium, en la novela, es mucho más grande y fuerte, la veo como una especie de revista de fantasía, donde a cualquier periodista le encantaría trabajar, no creo que en el mundo real existan ese tipo de publicaciones, tal vez alguna en Estados Unidos...

Estamos justo en el lugar en el que a Larsson se le detectó el ataque cardiaco. Poohl aclara que "aquel día, cuando llegó a la redacción, ya se encontraba mal, estuvo media hora por aquí y se lo llevó una ambulancia. Falleció poco después en el hospital". La casualidad quiso que, justamente aquel día, no funcionara el ascensor del edificio, por lo que Larsson subió siete pisos a pie, lo que, según su pareja, la arquitecta Eva Gabrielsson, "fue definitivo". Para ella, "en su último año, pasó a dormir solamente cuatro o cinco horas diarias pero si el ascensor hubiera funcionado bien, yo creo que no habría muerto."

Para Poohl, Larsson "no era un workaholic, él no consideraba trabajo el tiempo dedicado a sus libros, era su hobby, como otra gente mira la televisión o se va a pescar. Era capaz de pasarse 16 o 18 horas diarias ante su ordenador".

Lo que más le llama la atención a su sucesor al frente de la revista es que "él comentó a mucha gente que estos libros serían un éxito comercial, le dijo incluso a su mujer que iban ser su plan de pensiones. Estaba completamente seguro, no albergaba ninguna duda". En la única entrevista que Larsson concedió sobre Millennium –a la revista Svensk Bokhandel– reconocía también que el personaje de Lisbeth Salander, de 25 años, se basaba en Pippi Calzaslargas: "Me pregunté: ¿qué sería de ella hoy? ¿De qué trabajaría de adulta? ¿Cómo la calificarían? ¿Sociópata? Porque tiene una visión muy diferente de la sociedad".

Los hombres que no amaban a las mujeres, analiza Poohl, "es un típico misterio de la habitación cerrada, con un montón de gente alrededor de una habitación donde hay que descubrir quién es el asesino, con la diferencia que aquí la habitación es una isla. Pero los otros libros son completamente diferentes en estructura, cada uno explora un paradigma del género".

El auténtico misterio que ocupa estos días las páginas y los minutos de los medios de comunicación europeos es por qué la viuda de Larsson, Eva Gabrielsson, no tiene ningún derecho –ni beneficio económico– sobre la obra de su marido, a quien conoció en un mitin contra la guerra del Vietnam en 1972 y con quien convivió durante 30 años. Se lo preguntamos a ella durante un paseo por algunas calles y cafés de Estocolmo. "Es un problema de la ley sueca –explica–, que no reconoce ningún derecho a las parejas que no se han casado ni inscrito en el registro, porque se basa en el derecho germánico medieval, que privilegia la sangre por encima de todo. Todo el dinero de los libros es para su padre y su hermano, que han rehusado cederme nada. En países como España, Francia, Gran Bretaña, zonas de derecho romano, esto hubiera sido diferente, pero, aquí, mis abogados me dicen que no hay nada que hacer."

Según Gabrielsson, "no nos casamos por una sencilla razón: Stieg estaba amenazado de muerte. Teníamos que ser muy cuidadosos y precavidos, no queríamos que su nombre apareciera en ningún registro asociado a nuestro piso o teléfono, todo estaba a mi nombre. Todas las facturas eran para mí por motivos de seguridad. Hemos vivido así siempre. ¿Testamento? No hizo porque no teníamos ni un duro, solamente este piso de 56 metros cuadrados sin ascensor".

De hecho, el conocimiento que Larsson tenía sobre los grupos de ultraderecha era tan detallado que fue llamado a sesiones informativas con miembros de Scotland Yard, de la policía brasileña o de la OSCE, con el fin de que les ayudara en sus investigaciones o trabajos.

Para la viuda, la situación que vive es humillante no tanto por la enorme cantidad que deja de ingresar –más de siete millones de euros– sino porque "cuando Stieg estaba vivo, tenía una relación fría con su familia. Éramos una pareja muy distante de su padre y hermano, distantes en todos los sentidos: mentalmente, geográficamente y emocionalmente. Eran muy diferentes, ellos no tienen su compromiso político, su humanidad, su empatía, no les gusta viajar ni sumergirse en otras culturas, ni implicarse en la sociedad, sólo quieren vivir tranquilos, son gente muy sencilla".

Gabrielsson –quien, como arquitecta, ha colaborado con Ricardo Bofill en la construcción de uno de sus edificios en Estocolmo– rechaza todas las especulaciones acerca de nuevos libros inéditos de Larsson: "Quería hacer muchos más, un total de diez, y empezó un poco el cuarto sólo como diversión, no tuvo tiempo de ponerse en serio. Lo que sí es verdad es que su intención era dedicar los beneficios de los nuevos libros a causas como la lucha contra la violencia sobre las mujeres o la propia revista Expo. A mí me decía siempre que 'el dinero de los tres primeros libros es para nosotros". Pero no ha podido ser así".

Larsson introdujo en sus novelas algunos de los temas sociales que más le preocupaban, como la violencia contra las mujeres. Gabrielsson revela que "este era, para él, un compromiso muy firme, porque una vez, de joven, durante un fin de semana con compañeros, presenció una violación y se culpaba de no haberla podido evitar, tenía esa espina clavada, y dedicó mucho tiempo a consolar y ayudar a víctimas".

http://www.serielarsson.com/

sábado, 9 de mayo de 2009

El enigma de William Shakespeare


William shakespeare no escribió sus obras. ¿que pensaría si alguna persona le dice esto? Probablemente usted pensaría que esta loco. Pues bien sabemos que William Shakespeare goza del reconocimiento mayoritario como figura suprema del teatro universal, pero veamos algo mas sobre su pasado y las diversas teorías que ponen en tela de juicio la autoría de las obras de William shakespeare.

The new Encyclopedia Britannica señala que “muchos lo concideran el mayor dramaturgo de todos los tiempos. Sus piezas se representan más veces y en mayor número de naciones que las de cualquier otro escritor”, además estan traducidas a mas de setenta idiomas.

Tocante a la autoría del vasto cuerpo literario que se le atribuye, The World Book Encyclopedia dice: “Ninguno de los grandes críticos de shakespeare cuestiona que él haya redactado sus obras y poemas”. No obstante, hay voces que disienten. ¿Por que? Shakespeare nació en Stratford on Avon en 1564 y murió cincuenta y dos años despues, en 1616. Sobre el se han editado incontables volumenes -muchos tras años de paciente investigación- que pretenden contestar una pregunta turbadora, a la par que fundamental: ¿Son realmente suyos los escritos que llevan su nombre?

El Enigma
Sus creaciones reflejan un magnífico caudal de experiencia; por ejemplo, el despliege que hace de terminos y procedentes jurídicos denota dominio del derecho. En 1860, si Jhon Bucknill indicó en el libro Medical Knowledge of Shakespeare (El conocimiento médico de Shakespeare) que el autor sabía mucho de medicina; y otro tanto cabe decir de caza, cetrería y otros deportes, asi como de etiqueta cortesana. Era, en palabras del historiador Shakespeariano Jhon Michell, “el escritor versado en todo”.

En sus obras se mencionan cinco naufragios, lo que aunado al empleo de términos nauticos da a entender que era un avezado marino. ¿Viajó el dramaturgo al extranjero? ¿Le obligaron a servir en la marina? ¿Colaboró en la derrota de la armada Invencible de España en 1588? La respuesta afirmativa a cualquiera de estas preguntas respaldaría la paternidad literaria de Shakespeare, pero no hay pruebas firmes. Igual ocurre con su conocimiento del mundo militar, incluida el habla de los soldados de infantería.

Las citas de la sagrada escritura, muy notables en sus creaciones, pudiera haberlas aprendido de su madre, pero no hay indicios de que ella supiera leer. Ante los conocimientos biblicos del autor, surge la pregunta de que instrucción recibió.

¿Fue un hombre de letras?
Su padre, Jhon, era guantero, lanero y posiblemente carnicero. Aunque analfabeto, era un ciudadano respetable. La mayoría de los expertos opinan hoy que William asistió de niño a la escuela pública de Stratford, si bien no se dispone de las litas del alumnado. Años despues Ben Jonson, dramaturgo y amigo del escritor, afirmó que este sabía “poco latín y menos griego” lo que talvez denote una educación solo “elemental”.

No obstante, el autor tenía conocimientos sólidos de los clásicos griegos y latinos, asi como de la literatura, y quizas los idiomas, de Francia, Italia y España. Disponía también de un amplio vocabulario. La persona culta de la actualidad no suele usar mas de cuatro mil palabras en la conversación. Jhon Milton, poeta ingles del siglo XVII, utilizó unas ocho mil en sus obras. Pero, según cierta autoridad, shakespeare empleó como mínimo 21.000.

Aunque en su testamento de tres páginas se detallan todas sus pertenencias, no hay mención de libros ni manuscritos. ¿Los entrego a Susana, su hija mayor? De ser asi, seguramente se repartieron entre sus descendientes. Intrigado por el misterio, un clérigo del siglo XVIII examinó todas las bibliotecas particulares situadas en 80 kilometros a la redonda de Stratford sin descubrir un solo volumen que hubiese pertenecido al autor.

Los originales de las obras plantean un problema aún mayor: que se sepa, no se conserva ninguno. La edición del primer folio, que contenía 36 obras, se realizó en 1623, siete años despues de morir el autor, astuto negociante que en vida no tomó ninguna medida legal para impedir las frecuentes ediciones piratas.

Algunas compañias ambulantes de actores, habituales en la era Isabelina, visitaron Stratford en 1587. Shakespeare quizá se les uniera y llegara a Londres en el otoño de ese año. Nos consta que se integro en la principal agrupación teatral de Londres: La compañia de lord Chamberlain que acabó convirtiendose en la Compañia Real. La llegada a la capital cambio el curso de su vida. Con los años adquirió propiedades en Londres y Stratford. no obstante, carecemos de información concreta sobre sus acciones entre 1583 y 1592, los importantes “años oscuros”.

En 1599 se edificó en Southwark el teatro El Globo. Ya se conocian en Londres algunas obras del autor, que sin embargo nunca fue famoso. Ni siquiera tuvo un gran funeral, a diferencia de dramaturgos como Ben Jonson y Francis Beaumont, que fueron sepultados con gran pompa en la abadía londinense de Westminster.

¿Se ocultó tras el apellido shakespeare el verdadero autor - o grupo- que radactó las obras?

Entre las más de sesenta posibilidades que se han barajado están el dramaturgo Cristopher Marlowe y personajes tan inesperados como el cardenal Wolsey, Sir Walter Raleigh y aún la reina Isabel I. ¿Cuales consideran mas verosímiles los teóricos?

Aunque las primeras obras shakespearianas revelan el influjo de Christopher Marlowe, este falleció en Londres en 1593 a los 29 años en una riña de taberna. Hay quienes afirman que esta muerte fue una farsa con la que se encubrio su marcha a Italia, lugar donde siguío escribiendo. Lo cierto es que no hay constancia de funeral ni entierro.

El primer candidato es Francis Bacon, eminente letrado y funcionario real, instruído en la Universidad de Cambridge, que redactó muchas obras, y era tres años mayor que Shakespeare. La teoría que atribuye la paternidad de las obras shakespearianas a Bacon se propuso inicialmente en 1769, pero no se tomó en cuenta sino hasta casi ochenta años despues. En 1885 se formó la Sociedad Baconiana para defender esta tesis, sustentada con muchos datos. Por ejemplo, Bacon vivió a unos 30 kilómetros al norte de Londres, cerca de Saint albans, población mencionada quince veces en los escritos de shakespeare, mientras que el pueblo natal de este, stratford on Avon, no aparece ni usa sola vez.

Tanto Roger Manners, quinto conde de Rutland, como William Stanley, sexto conde de Derby, cuentan con sus partidarios. Ambos eran cultos y duchos en la vida palaciega. Pero ¿Por que iba a ocultar ninguno de ellos su obra? P. S. Porohovshikov, profesor que defendió en 1939 la tesis de rutland, dijo: “Sus primeras obras impresas fueron anónimas, y las siguientes seudónimas, pues no se veía bien que un noble escribiera para los teatros populares”

Para algunos, los escritos shakespearianos son la labor de un consorcio de autores en el que cada uno aporto su pericia, por otro lado ya que Shakespeare era un actor diestro, ¿adaptó obras ajenas y las preparó para la escena? Se decía que el nunca ‘tachaba una línea’ de sus manuscritos, lo que pudiera ser cierto con respecto a encargos de enmendar levemente piezas ajenas.

¿Cual es una de las razones principales por la que se cuestionó la autoría de shakespeare? The World Book Encyclopedia señala “La negativa a creer que un actor de Stratford on Avon hubiese podido escribir tales obras. Su origen rural no cuadraba con la imagen que tenían del genial autor”. La citada enciclopedia añade que la mayoría de los supuestos escritores “pertenecian a la nobleza o a otro estamento privilegiado”. Asi pues muchos de los que ponían en tela de juicio a la paternidad literaria de shakespeare creen que “solo pudo haber escrito esas obras un autor instruído, refinado y de clase alta”. Con todo, como indicamos al principio, muchos especialistas creen que Shakespeare si las escribió.

¿Acabará pronto la polémica? No es probable, pues a menos que salgan a la luz nuevos datos, como manusctritos originales o detalles que llenen la laguna de sus “años oscuros” este sublime genio de la palabra seguirá siendo un enigma fascinante.

Artículo tomado de revista ¡Despertad! 1998 8/8

Revisita a Shakespeare:
http://www.analítica.com/va/arte/documentos/6300692.asp

martes, 5 de mayo de 2009

Bruce Springsteen - Human Touch

THE BOSS




BREVE PERO SUSTANCIOSA BIOGRAFIA:
http://todomusica.org/bruce_springsteen/

jueves, 16 de abril de 2009

Darwin y el Diseño Inteligente

LO QUE DARWIN NUNCA DIJO

A Charles Darwin, que hoy habría cumplido 200 años, se le ha acusado de inspirar la eugenesia y el genocidio nazi, y tanto el capitalismo como el marxismo lo han reivindicado para sí tirando de diferentes hilos, ya sea el de la competición por la supervivencia o el del materialismo ateo.

Pocas figuras se han manipulado tanto como la de este científico, y pocas doctrinas se han deformado tanto por ignorancia o con la intención de servir a intereses ajenos a la ciencia. Lo que sigue es un repaso de algunos de los errores, falacias e imprecisiones más frecuentes sobre la vida y la obra del naturalista inglés que inauguró la biología evolutiva.

1. El hombre desciende del mono. Este mantra, repetido hasta la saciedad, no forma parte del darwinismo. En su obra de referencia, El origen de las especies, Darwin no abordó el linaje humano, pero "al día siguiente de publicarlo, la gente ya decía que el hombre viene del mono", afirma el codirector de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga. Los detractores de Darwin lo ridiculizaron en caricaturas que mostraban al eminente científico convertido en un simio peludo. Posteriormente, en El origen del hombre, Darwin planteó la hipótesis de que humanos y simios descienden de progenitores comunes, no unos de otros. En realidad, la idea no era novedosa para la ciencia de mediados del XIX, sino que aparecía sugerida en trabajos de otros científicos, como Thomas Henry Huxley.

2. La evolución es una escalera que conduce al ser humano. El del hombre y el mono es un caso particular de un error más general, entender la evolución como una carrera de relevos en la que una especie cede el testigo a otra. A esta confusión contribuye un recurso gráfico mil veces utilizado: un simio caminando tras una fila de antropoides con rasgos cada vez más humanos hasta llegar al hombre. Pero ni el ser humano desciende del mono, ni ninguna especie viva se ha detenido a medio camino de la evolución para dar el relevo a otra. Suele equiparse lo más evolucionado a lo mejor, como en las generaciones sucesivas de teléfonos o de coches. Pero un chimpancé no es menos evolucionado que un humano. De hecho, genéticamente se podría considerar más evolucionado; un estudio elaborado por científicos de la Universidad de Michigan (EE.UU.) y publicado en PNAS en 2007 descubría que el genoma del chimpancé acumula un 51% más de genes modificados por selección natural que el del Homo sapiens. Para el primatólogo Josep Call, la humana es solo "una especie más".

3. Los organismos evolucionan para adaptarse al medio. En la ciencia-ficción de serie B es un recurso habitual que monstruosos seres evolucionen para aumentar su poder mortífero frente a los sufridos protagonistas humanos. Esta acepción de evolución respeta el diccionario, pero no el concepto científico de evolución biológica: no evolucionan los organismos, sino las especies o los linajes. Esta idea entronca con otra noción errónea; ni el monstruo ni su linaje podía evolucionar con un fin concreto. Entre los protoevolucionistas anteriores a Darwin, el francés Jean Baptiste Lamarck propuso que los organismos se adaptaban al medio y legaban esas adaptaciones a su progenie; por ejemplo, la jirafa estiró el cuello para comer y produjo crías con cuellos más largos. El modelo de Darwin reveló que es el medio el que selecciona a los mejor adaptados a la supervivencia y reproducción. Sin embargo, hoy el lamarckismo sigue infiltrando cierta interpretación popular de la evolución.

4. El darwinismo es un dogma. Ni siquiera Darwin se liberó por completo del lamarckismo. Al desconocer la genética y los mecanismos de mutación y herencia, Darwin no sabía cómo se producen las variaciones sobre las que actúa la selección natural, lo que le hizo proponer un rocambolesco mecanismo de herencia para las modificaciones que el organismo adquiría a lo largo de su vida: si un individuo fortalecía un músculo, sus células liberaban unas gémulas que llevaban esta información al esperma o al óvulo para que la progenie naciese con el músculo más desarrollado. Cuando más tarde se divulgaron las leyes de la herencia formuladas en la misma época por el monje checo Gregor Mendel, muchos científicos las rechazaron por considerarlas contrarias al darwinismo: frente a la variación azarosa y continua de Darwin, Mendel planteaba una herencia matemáticamente predecible y estática. No fue hasta la década de 1930 que genética y evolución confluyeron en la llamada teoría sintética.

5. Darwin explicó el origen de la vida. Ni Darwin ni la moderna biología han logrado aún explicar cómo surgió la vida a partir de las moléculas biológicas primitivas. Darwin tampoco pretendió revelar el origen de la vida, sino solo su evolución una vez que existieron los primeros seres. En su autobiografía escribió que en la época de El origen de las especies aún era teísta, creyente en un dios como primer motor que había intervenido para prender esta primera chispa de vida y desencadenar un mecanismo evolutivo autoalimentado mediante leyes naturales.

6. Darwin inventó los conceptos de evolución y de supervivencia del más apto. Las ideas de antepasados comunes y de transmutación de unas especies en otras aparecen ya en los escritos de Anaximandro, filósofo griego del siglo VI a.C., así como de otros pensadores en Occidente y Oriente. Algunos de estos autores se basaban en la observación de los fósiles. Incluso una noción primitiva de selección natural aparece ya en la Grecia clásica. Pero la expresión "supervivencia del más apto" no fue acuñada por Darwin, sino que la adoptó en ediciones posteriores de El origen tras haberla leído en los Principios de Biología del filósofo victoriano Herbert Spencer, quien a su vez había inventado el eslogan al incorporar a su obra las ideas publicadas por Darwin. Ni siquiera el término evolución aparece una sola vez en El origen; este vocablo se popularizó más tarde y también Spencer fue uno de los primeros en emplearlo.

7. Los pinzones de las Galápagos inspiraron el eureka. Rara vez la ciencia avanza por eurekas; lo habitual, también en el caso de Darwin, es un progreso continuo y laborioso que bebe de múltiples fuentes. En cuanto a los pinzones, que con sus picos adaptados a diferentes alimentos han pasado a la historia como las musas de Darwin, no aparecen siquiera mencionados en El origen. En esta obra, Darwin se limitó a exponer la comparación entre las aves en general de este archipiélago y de otros lugares. En obras posteriores, Darwin sí recurriría a la comparación de especies, pero su interés no se centró en los pinzones, sino en los sinsontes.

8. Darwin refutó la creación bíblica. La fijación de los fundamentalismos religiosos por Darwin como enemigo supremo induciría a pensar que fue el británico quien destronó a la Biblia como pauta para explicar la historia natural. No fue así. En el Reino Unido, la sociedad victoriana sufría ya antes de Darwin una crisis de fe de etiología compleja, donde la razón se imponía a la revelación. A ello contribuyeron los descubrimientos en geología, que restaban crédito a la creación narrada en el Génesis en favor de una Tierra formada lentamente a lo largo de millones de años y por los mismos fenómenos que actúan hoy, no por grandes catástrofes repentinas como el diluvio universal. Esta teoría fue formulada por el geólogo y cristiano devoto Charles Lyell, y ejerció una fuerte influencia en el pensamiento de Darwin. La evolución tal como la formuló su autor no refutaba una posible creación divina, e incluso el propio científico creyó en ella durante años.

9. Darwin perdió la fe por su ciencia y fue enemigo de la religión. Ni Darwin fue un ateo militante, ni se convirtió al cristianismo en su lecho de muerte. Ambas visiones corresponden a manipulaciones de su figura, que se ha tomado como enemigo o modelo desde trincheras opuestas. Darwin explicó en su autobiografía las razones que le llevaron a abandonar la fe, y fueron argumentos sencillos que cualquier persona sin conocimientos científicos podría utilizar: las contradicciones entre distintas religiones reveladas, la negación de un Dios cruel y castigador o el rechazo a una supuesta condenación eterna para los paganos. Y su última conversión antes de morir es otro mito sin pruebas. Pero Darwin no eligió su papel como blanco del fundamentalismo religioso. Respetó las creencias de otros, como su propia esposa, y se unió al agnosticismo científico adoptado por figuras como su amigo y colega Thomas Henry Huxley. Para el agnosticismo de Huxley y Darwin, es tan imposible demostrar la existencia de Dios como lo contrario, y el ateísmo es también un acto de fe.

10. Es solo una teoría. Recientemente, un semanario católico publicaba un artículo en el que, sin negar la doctrina evolucionista, se afirmaba que "las teorías de Darwin siguen siendo una hipótesis. Falta constatación empírica". En tales afirmaciones subyace el error de equiparar la teoría a la pura especulación. Para el método científico, ninguna hipótesis se puede demostrar como cierta, sino solo como falsa. Se asume su validez cuando las pruebas merecen la aprobación de la comunidad científica. En 150 años se han aportado miles de indicios que impulsan la teoría evolutiva en el sentido que lleva desde entonces, y ni uno solo en el sentido contrario. Como señala el genetista Antonio Barbadilla, "nadie duda de otras teorías científicas que no afectan a las creencias, y pocas están tan contrastadas como la evolución".

Autor: Javier Yanes

ARTÍCULOS Y VÍDEOS SOBRE DISEÑO INTELIGENTE:

http://www.menteabierta.org/html/articulos/ar_dintelorig.htm

http://www.unav.es/cryf/darwinydi.html

http://www.truveo.com/Darwin-vs-Dise%C3%B1o-Inteligente-Parte-22-Espejo/id/942885879

http://www.desdeelexilio.com/2009/01/05/darwin-y-el-diseno-inteligente-entrevista-a-francisco-jayala/

http://gonzalez-zorrilla.blogspot.com/2009/04/darwin-y-el-diseno-inteligente.html

http://www.watchtower.org/s/20020608/article_01.htm

http://www.actionbioscience.org/esp/evolucion/nhmag.html

http://www.cryf.org/idalfaomega.html

http://www.wapa.tv/noticias.php?nid=20090210165744


DIEZ CURIOSIDADES SOBRE LA VIDA DE CHARLES DARWIN


1. Le gustaba probar especies raras. A lo largo de su vida, Charles Darwin sintió curiosidad no sólo por la ciencia, sino por todo lo que le rodeaba. Así que cada vez que descubría un animal extraño se preguntaba qué sabor tendría después de pasarlo por la plancha.


Mientras estaba en la Universidad de Cambridge se unió al "Club del Gourmet", que se reunía una vez a la semana para probar rarezas, como la carne de halcón o de búho, cuyo sabor calificó de "indescriptible". Pero estas no fueron las únicas rarezas gastronómicas que probó Darwin. Durante el viaje del Beagle comió armadillos y agutíes. En la Patagonia probó el sabor del puma y en las Galápagos se zampó algunas iguanas y tortugas gigantes. Las tortugas le gustaron tanto que cargó 48 ejemplares en el barco para comérselas en el viaje de regreso.


2. Quiso ser médico, pero no soportaba la visión de la sangre. Darwin acudió a la Universidad de Edimburgo con la esperanza de convertirse en médico como su padre, pero pronto abandonó la idea ya que no era capaz de resistir la visión de la sangre. Así pues decidió estudiar teología para ser clérigo rural, lo que resultaba compatible con su afición naturalista.


3. Su nariz casi le impide viajar en el Beagle. Como se ha contado muchas veces, el capitán del Beagle, Robert FitzRoy, estuvo a punto de rechazar a Darwin en el barco por la forma de su nariz. Fitzroy era un seguidor de las teorías de Lavater quien creía que se podía juzgar a un hombre por su fisonomía y la nariz de Darwin indicaba que no poseía la suficiente fuerza y determinación para un viaje de aquellas características.


4. El mejor regalo de cumpleaños de la historia: ¡una montaña! El día de su 25 cumpleaños, el 12 de febrero de 1834, el capitán FitzRoy decidió ponerle el nombre de Darwin a una de las montañas que iban descubriendo a su paso. Desde entonces, se conoce como monte Darwin a la cima más alta de Tierra de Fuego. Pero no fueron las únicas: Darwin tiene otras tres montañas con su nombre, en California, Tasmania y la Antártida.


5. El título completo de "El Origen de las Especies" No todo el mundo conoce que el título completo de su obra más conocida es "El origen de las especies mediante la selección natural o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida". En la sexta edición, se acortó el título.


6. Darwin no inventó la frase "la supervivencia del más fuerte" En realidad la frase es de Herbert Spencer, filósofo contemporáneo a Darwin, que lo propuso en su libro Principios de Biología en 1864 y extendió sus implicaciones en términos sociales, éticos y económicos. Darwin la incluyó en la quinta edición, haciendo referencia a Spencer.


7. Se casó con su prima después de sopesarlo. Darwin era un hombre metódico y sopesó la decisión de casarse con su prima, Emma Wedgwood, hasta el punto de hacer una detallada lista con las ventajas e inconvenientes. En la lista de casarse indicó: hijos (si Dios quiere), compañía constante (mejor que la de un perro), cuidados de la casa… Todas estas cosas son buenas para la salud pero una terrible pérdida de tiempo. Y en la de no casarse anotó: Sin hijos, nadie que te cuide en la vejez, aunque con libertad para ir donde me apetezca.Sorprendentemente, al final optó por casarse.


8. De cómo perdió la fe. Cuando comenzó su viaje en el Beagle, Darwin era una persona bastante religiosa, e incluso leía algunos pasajes de la Biblia a la tripulación. Pero todo lo que vio durante travesía le fue cambiando poco a poco.


El golpe definitivo fue la muerte de su hija con sólo 10 años. Desde entonces, se declaró agnóstico.No hace mucho, leyendo ‘La montaña de almejas de Leonardo’, de Stephen Jay Gould, descubrí el siguiente fragmento de una carta de Darwin al botánico Asa Gray, en la que comenta la reacción a su teoría de la Evolución y que clarifica bastante su punto de vista:


“Con referencia al punto de vista teológico de la cuestión. Esto siempre es doloroso para mí. Estoy perplejo. No tenía la intención de escribir de forma atea. Pero reconozco que no puedo ver tan claramente como otros hacen, y como me gustaría hacer, indicios de designio y de benevolencia a todo nuestro derredor. Me parece que hay mucha miseria en el mundo. No puedo persuadirme de que un Dios benévolo y omnipotente hubiera creado adrede los Icneumónidos con la intención expresa de que comieran desde dentro del cuerpo vivo de orugas, o de que un gato tenga que jugar con los ratones”.


9. Era un fanático del Backgammon. Tras regresar de Sudamérica, Darwin sufrió de una extraña dolencia que le debilitó considerablemente y no volvió a salir de Inglaterra. Una de sus aficiones favoritas eran las partidas de Backgammon que disputaba cada noche con su mujer, y cuyos resultados apuntaba celosamente en un cuaderno.


10. La iglesia de Inglaterra ha terminado pidiéndole perdón. Dos siglos después de su nacimiento, y tras los feroces ataques que sufrió por parte de los religiosos de la época, la Iglesia de Inglaterra (anglicana) pidió recientemente disculpas a Charles Darwin por “malinterpretarle”: "Charles Darwin: 200 años después de tu nacimiento, la Iglesia de Inglaterra te debe una disculpa por malinterpretarte y por, además de tener una reacción equivocada, haber animado a otros a no comprenderte tampoco. Tratamos de practicar la antigua virtud de 'fe buscando la comprensión' y confiamos en que esto suponga una reparación".


Magníficas Biografías. Excepcionales artículos y vídeos:

http://humanidadenred.org/index.php?option=com_content&task=view&id=6682&Itemid=34


http://www.juntadeandalucia.es/averroes/bibliotecaescolar/recursos/recursos/darwin/darwin.htm

http://www.elmundo.es/especiales/2009/02/ciencia/darwin/seccion1/index.html


http://books.google.com.co/books?id=UH9YePK6IK4C&dq=charles+darwin&printsec=frontcover&source=bl&ots=5j7jad8nm4&sig=3LFQ18_V2AOYeY-DG-SLEoC1EV0&hl=es&ei=eLrnSdKBCp2NtgfG37mXBg&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=8

http://www.darwin2009.csic.es/


http://www.muyinteresante.es/darwin/pinzones.html


http://www.portalciencia.net/geniosdarwin.html


http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/2009/darwin_200/default.stm


http://www.portalplanetasedna.com.ar/darwin.htm


http://www.monografias.com/trabajos5/darwin/darwin.shtml


http://darwin-online.org.uk/


http://es.wikipedia.org/wiki/Charles_Darwin
 
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