martes, 1 de diciembre de 2009

Cómo escribir una novela a la manera casi clásica

Escribimos porque sentimos esa necesidad de contar y contarnos. Tenemos historias e instinto para contarlas, y poner lo mejor de nosotros en ello, lo más personal. Pero hay un largo camino para adquirir la técnica narrativa y la sabiduría para gestar una novela. Esto es una combinación de instinto natural y sobre todo, de muchísima práctica y oficio. Un poco de inspiración y mucho, mucho de transpiración.

Es un viejo consejo: antes de escribir una novela, escribe cuentos, muchos cuentos. El relato es la cantera ideal para entrenarse y descubrir las posibilidades y combinaciones de una historia.

Cuando seas capaz de escribir un libro de relatos, estarás más preparado para el largo recorrido de una novela. A veces, el origen de una novela es un cuento que te pide más.

CLAVES PARA ESCRIBIR UNA NOVELA A LA MANERA CLÁSICA

Unidad argumental

Una novela es una constelación de historias entrelazadas, un microcosmos de personajes definidos. Pero una novela bien armada debe tener una historia principal, un hilo conductor, porque si todas las tramas tienen la misma importancia, entonces no tenemos una novela; tenemos una macedonia.Primero hay que conocer la técnica para contar historias con una estructura. Y después, cuando dominas la técnica, puedes deshacerte de ella.

Trama y estructura

Una novela a la manera clásica es una novela que tiene estructura argumental, un planteamiento, un desarrollo o nudo y un desenlace o final, en el que hay una trama principal con uno o varios protagonistas que buscan un fin, y el lector va siguiendo su peripecia en esta lucha por conseguir su fin. Digamos que en todo momento, el lector sabe en qué punto se encuentra de esta trama, y desea saber qué va a pasar a continuación.

La idea germinal

La primera gran decisión es la idea motriz, el germen: qué queremos contar. Una buena novela debe contener, al menos, una idea indemne. En el trabajo previo a escribir, debemos tener claro cuál es esa idea que queremos reflejar. Una idea motriz puede ser, por ejemplo: cómo una sociedad provinciana puede aniquilar el alma libre de unamujer casada. Esto podría ser la sinopsis de La Regenta, y también la de Madame Bovary.

Idea(sinopsis), conflicto y estudio de los personajesAntes de ponernos a escribir el primer capítulo, tenemos que hacer nuestros esquemas, sinopsis y estudios. Estos papeles preliminares son como los pilares de la catedral. En ellos descansa todo el peso de la estructura.

Lo primero es la idea germinal. El concepto profundo. Condensa el núcleo de la historia. Esta idea recoge el conflicto del personaje principal.

Por este orden:

1º desarrollamos la idea; qué queremos contar y por qué.

2º el conflicto: qué hace padecer, qué mueve las emociones.

3º la psicología de los personajes.

4º El enfoque / punto de vista.

Caracterizar

La RAE define caracterizar como “determinar los atributos peculiares de una persona de modo que claramente se distinga de las demás”.

Una cosa es que sean reconocibles, y otra que sean estereotipados.

Hay que evitar también planteamientos maniqueos, como buenos y malos, listos y tontos, etc.

Tienen que ser consistentes, incluso si su rasgo principal es ser veleidoso o impredecible. Para eso hay que conocer cómo sienten y cómo piensan, y cómo actúan.

Consistentes pero no rígidos ni predecibles. Y con un punto de ambigüedad, porque nadie es sólo de una forma, no existe el rasgo puro.

Deben evolucionar

En toda buena historia que se precie, los personajes modifican sus esquemas, su actitud ante el mundo, a resultas del choque con la realidad. A menudo, la dirección de este cambio nos ayuda a encontrar el final.

El enfoque

El enfoque es el punto de vista, el ángulo especial por el que vas a atacar.

Es el prisma a través del cual miramos lo que hace parecer que el mundo sea diferente.

El objetivo

A la hora de construir la trama, tenemos que tener muy claro el objetivo de los personajes principales.

Hemos desarrollado en unos pocos folios la trama principal, que es el hilo conductor de la historia. Es como una sinopsis un poco más larga.

Aquí tenemos que aclarar el objetivo del protagonista: qué necesita, cuál es el objetivo de su lucha. ¿Busca el amor, chico busca chica, chica busca chico…? ¿Busca dinero, para ser rico, para salir de la pobreza? ¿Busca sexo, diversión? ¿Busca conocimiento? ¿Busca justicia? ¿Busca venganza? ¿Justicia? ¿Restaurar un orden que ha perdido? En fin, hay miles de motivaciones, pero sobre todo hay que conseguir hacer creer lo importante que es para el protagonista conseguir lo que busca. Para él tiene que ser una cuestión casi de vida o muerte.

Eso es el objetivo del protagonista.

Los obstáculos

El protagonista (sea uno o varios) quiere conseguir algo, y no lo tiene fácil. Si fuera fácil, no habría novela. En la vida sabemos que nada es fácil. Para cada meta hay un montón de dificultades.

Aliados y antagonistas

Entre los obstáculos pueden contarse enemigos: antagonistas. En un relato clásico, hay personajes que ponen a prueba al protagonista. También hay otros que lo ayudan a conseguir su meta.

Personajes secundarios

Ninguna novela gravita sobre un solo personaje. A cada uno hay que darle una función, una forma de ser, de hablar, algún objetivo, y sopesar cómo actúa esta fuerza en el vector principal de la historia, como contribuye u obstaculiza la acción de los demás personajes.

Evolución y subtexto

En una novela, todo se mueve en alguna dirección. Los personajes buscan, luchan, arriesgan algo. Avanzan. Averiguan. Todo esto influye en ellos, les va cambiando los esquemas. Uno de los mayores retos de una novela es reflejar sutilmente esta evolución. Cómo le va afectando el mundo que le rodea, o su propia peripecia. La evolución puede ser positiva o negativa; en cualquier caso, en el signo de esta evolución está la lectura que queremos dar a nuestro relato.

Esta evolución no hay que escribirla en letra gorda, sino que tiene que ser como el subtexto.

El subtexto es lo que contamos sin contarlo. Es lo que se advierte entre líneas, es la tinta invisible. El subtexto hay que reservarlo precisamente para lo más importante.

El final

El final de una novela es un verdadero quebradero de cabeza. Es la parte más difícil y delicada. En el final se decide la suerte del lance. Sea abierto o cerrado, se resuelva o no la crisis del personaje, o su objetivo, debe contener alguna conclusión implícita o explícita, o la podemos deducir.

En un final a la manera clásica, todas las tramas convergen y llegan al clímax. Es un punto de máxima intensidad, donde se decide todo, y el círculo se cierra. Esta es sólo una de las muchas maneras de entender el final. En todo caso, como mínimo podemos decir que el final debe ser un momento, si no vibrante, al menos, emotivo.

Correciones

Pero en una primera escritura, a veces es mejor no pararse a corregir una y otra vez lo mismo, sino seguir adelante, para no quedarse bloqueado. Hay que llegar hasta el final. Tienes ya una primera versión, que estilísticamente puede ser chapucera, pero al menos ya está escrita.

La segunda fase es la de corregir y reescribir. Es bueno dejar descansar un tiempo la novela para releerla con ojos frescos, y entonces nos ponemos manos a la obra para darle la segunda atacada.

Para mí, corregir consiste la mayoría de las veces en podar. La concisión es una gran virtud narrativa. No digas con dos frases lo que puedes decir en una. No lo expliques todo. Deja huecos para que el lector lo complete. La elipsis es una de las técnicas más elegantes, pues supone confiar en la perspicacia e inteligencia del lector.

NOTA: El presente artículo es un resumen de una charla efectuada a jóvenes escritores noveles. Para leer toda la conferencia, pulsar aquí.

Ignacio García-Valiño (Zaragoza,1968). Además de su trabajo litarario destaca por escribir guiones cinematográficos. Entre sus obras destacan el libro de relatos La caja de música y otros cuentos, las novelas La irresistible nariz de Verónica, Urías y el rey David, La caricia del escorpión, Querido Caín. Su última novela ha sido El corazón de la materia.
 
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